Estos días se presenta una intersección de hechos muy virtuosa. Por un lado, tenemos que los centros públicos de investigación del país producen bienes públicos de alto valor agregado. Por el otro, que la investigación de torre de marfil nunca ha sido aplicable a la criminología empírica. En esta intersección, sucede la buena noticia de que el Laboratorio Nacional de Geinteligencia de CentroGeo acaba de presentar hace sólo unos días, dos sistemas avanzados de información geográfica junto con un nuevo espacio colaborativo llamado DataLab.
El primer sistema es el Autómata Geointeligente en Internet (AGEI) y el segundo es la Plataforma Inteligente de Seguridad Pública (GISP). Cabe destacar que el Autómata Geointeligente puede utilizarse para el estudio de una variedad de problemas sociales, no sólo criminalidad. Y también cabe destacar que este sistema fue realizado en colaboración (INTELINOVA) con otros centros de investigación del país, lo que demuestra la utilidad, y diría yo la necesidad, de promover la investigación multidisciplinar y colaborativa. El GISP por su parte, es un sistema especializado para el análisis delictivo. Su objetivo es la elaboración de diagnósticos y escenarios de actividad criminal, y la visualización de lo anterior sobre el territorio; todo sobre una base de estadística oficial. Desde el punto de vista del investigador o analista, este sistema es irremplazable: el número de días dedicados a la preparación de bases de datos y cartografías digitales, se podrán ahora dedicar ahora al análisis y síntesis de la información propiamente. Esto gracias a las capacidades analíticas instaladas en el sistema.
La presentación del DataLab no se queda atrás porque es también un esfuerzo inteligente por generar más bienes públicos. Éste es un espacio para el aprendizaje basado en problemas y la toma de decisiones, de nuevo, sobre una base geoestadística. Y los avances proseguirán dada la colaboración que tiene este centro de investigación con el Barcelona Supercomputing Center.
Me parece que la evaluación de todo trabajo debe hacerse viendo de dónde venimos y hacia dónde vamos. No hace mucho, mientras unos confundían viaducto con periférico (es en serio), los que investigábamos la criminalidad de forma empírica no teníamos de otra que vaciar datos de anuarios estadísticos impresos en hojas de cálculo. Era un tipo de trabajo colaborativo en el sentido de que éramos dos personas haciéndolo; uno dictando y el otro capturando. Y es que la estadística criminal siempre estuvo atrás de la demográfica y económica, tanto en datos como en sistemas. Hoy, gracias al trabajo de investigadores en centros públicos de investigación, contamos con sistemas geointeligentes contra el crimen y otros problemas sociales. Sin su trabajo, estos sistemas no existirían, y nuestros análisis no avanzarían. Estos sistemas son evidencia material de que investigadores en centros públicos de investigación producen bienes públicos, en este caso, geointeligencia contra el crimen. Lo que sigue es que esta información sea utilizada para la política pública.
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